Corazón roto.

Mi pequeña Almendra, nombre que te dio alguna de las enfermeras que te cuidaron cuando naciste. Te fuiste antes de tiempo, esta enfermedad de mierda (perdón por la palabra) que es el SIDA no te dio respiro en tus 7 años de vida.


En las incontables tardes que vivimos juntas en la sala pediátrica siempre me regalaste tu risa, contagiosa como pocas. Se suponía que era yo quien estaba para alegrarte, pero siempre eras vos la que me hacía reír primero, mi pequeña payasa.

Me acuerdo lo que me decías siempre “Mi payamédica favorita es un Sol” y te reías de tu juego de palabras, también de cuando me pediste que te prestara un libro viejo, y te traje “Mujercitas”, en una semana lo habías leído, ya te extraño, Alme.

Me da bronca no haberte podido dar más de mi. Sé que esto es algo que pasa y que en la profesión que voy a elegir lo voy a vivir muchas veces, pero se me rompe el corazón, Almendra, pensando que te fuiste y no te pude despedir.

No me olvido tus palabras. “Si yo no me tuviera que ir al cielo, estudiaría para ser doctora como vos, vos estudia mucho como si fueras yo, entonces cuando yo te mire desde arriba sienta que yo también soy doctora” No lo niego se me cayó más de una lágrima cuando me dijiste esas palabras. Mírame desde arriba por favor.